Cada vez más, la vida musical nacional e internacional se organiza alrededor de aniversarios. Una serie creciente de cumpleaños y cumplesiglos articula los festivales, las programaciones de las orquestas, las publicaciones y los intereses de la prensa especializada. En la base de este fenómeno debe haber una mezcla superstición por las cifras redondas y falta de criterio por parte de los programadores. Da lo mismo conmemorar la memoria de Albéniz o Chapí, de Sarasate o Haendel. Todo nombre que suene se mete en el mismo confuso saco de los “recordables” de la música clásica. Pero en el año que toque, claro. Hay también, evidentemente, fuertes intereses comerciales. Creo que desde aquel ruidoso 1991 mozartiano, los gestores turísticos centroeuropeos han encontrado un filón en sus músicos muertos y están dispuestos a explotarlo. Por ejemplo, este año toca Haydn y Mendelssohn y las comunidades musicales de todo el mundo se han puesto manos a la obra.
A mí, lo de los aniversarios me divierte. Convierte a los músicos del pasado en una especie de familiares a quienes nos afanamos por prepararles una bonita fiesta. Puestos a ello, confieso que tengo cierta preferencia por recordar a esos primos, lejanos y pobres, que vemos poco y de los que apenas ponemos en pie el nombre. Seguro que si nos acordamos de ellos, les va a hacer más ilusión. Esta misma semana se conmemora que, con cien años y dos días de diferencia, nacieron Felix Mendelssohn (1809-1847) –el tres de febrero- y Grazyna Bacewicz (1909-1969) –el cinco. El compositor alemán está recibiendo mil homenajes y parabienes (ver http://www.mendelssohn-2009.org/ ); nuestra prima polaca, al menos en mi entorno, ninguno. Sin embargo, recordar a la Bacewicz merece la pena ya que fue una compositora estupenda con una larga producción camerística. Su música, una original síntesis de raíces polacas –Szymanowski- e internacionalismo francés de entreguerras –fue alumna de Boulanger-, se beneficia de su larga experiencia como violinista –estudió con Carl Flesch. Su producción tuvo cierta presencia en los programas madrileños durante los años cincuenta y sesenta y luego, víctima del triunfo de las vanguardias más rigurosas, desapareció. Nos dejó, entre otras cosas, siete cuartetos de cuerda, dos quintetos con piano y cinco sonatas para violín y piano.
Me ha llamado la atención que, en los artículos de prensa dedicados a la memoria de Felix Mendelssohn, se haga hincapié en que su música fue proscrita por el régimen nazi. Esto nos dice mucho de la psicología que hay detrás de las narraciones biográficas al uso: si un compositor no sufre persecución, incomprensión o similar, hay algo que no encaja. Existe la necesidad de narrar la vida de los compositores como víctimas. En cualquier caso, el alemán de raíces judías fue una víctima póstuma de la sinrazón racista. La vida de Bacewicz sí que da para una buena novela épica; para su desgracia, atravesó la época más oscura de Europa, en el peor lugar: guerra, ocupación nazi, dictadura comunista… Si a esto se le suma el reto de triunfar en el mundo de la creación musical siendo mujer –ya sabemos, el viejo mito de que las señoras pueden ser reproductoras pero no creadoras- juntamos dos rasgos más que interesantes. El problema es que la polaca pecó contra la sacrosanta vanguardia y sólo la post-modernidad podrá absolverla. A mí, en lo que me toca, proclamo que me gusta más que algunos tostones "modelnísimos" de los mismos años.
Para el que no la conozca, un par de músicas de Grazyna Bacewicz de fácil acceso se encuentran en:
Fernando, gracias por descubrirnos a Grazyna Bacewicz. He escuchado las dos muestras que nos ofreces a través de los links de youtube y ha sido muy grata la escucha; buscaré más de esta compositora polaca. Realmente es una pena que se pasen por alto tantísim@s buenos compositores y su respectiva obra en la programación habitual de los ciclos, en vez de lo cual se repiten cada 3/4 años las mismas obras o, de acuerdo contigo, se cargan con la obra del compositor "x" al que le toca cumplir 50/100/150/200... años desde su nacimiento o muerte (¡y mira que hay música!). Supongo que la cultura musical en España deja mucho que desar... sólo hace falta pasarse por el Auditorio Nacional cuando dan obras de compositores menos conocidos (ahora mismo se me pasa el monográfico de Sofia Gubaidulina el mes pasado). En fin, muchas gracias por tu blog, se aprende mucho, al menos tanto como en tus clases de Historia.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Borja, un placer encontrarte por aquí. Es maravilloso que la música sea tan amplia que no se vislumbren sus fronteras. Hay tanto por descubrir...
ResponderEliminarDe Gubaidulina yo estuve en dos conciertos -uno de cámara y el especial con la Mutter- y el éxito fue sorprendentemente colosal. Quizás un poco acrítico. Habría que debatirlo.
Hasta pronto.