Echando la vista atrás, tengo que reconocer que las mayores alegrías camerísticas de la temporadas pasadas me las ha deparado el Cuarteto Arcanto. Habituales de las sesiones del Liceo, los Arcanto no dejan de ser un hecho singular en la historia del cuarteto.
Aunque sea un asunto que requeriría una amplia argumentación, de entrada afirmo que el concepto actual de formación cuartetística -cuatro instrumentistas que se dedican en exclusiva y con empeño al género- es bastante reciente. Desde luego, no existió en el XIX. A principios del XX, era aún cosa rara. Hasta después de la Segunda Guerra Mundial no se convierte en una norma. ¿No es el Alban Berg el primer cuarteto de cuerda "profesional" de Viena?
Lo propio del siglo romántico era la formación de cuartetos alrededor de la figura de un gran violinista. Es el caso de los grupos de Joachim o, más localmente, del cuarteto conocido como Monasterio. Lógicamente, las agrupaciones se bautizaban con el apellido de su figura inspiradora. Faltaría más.
El Cuarteto Arcanto recupera la idea decimonónica. Sólo que la multiplica por cuatro. En vez de un solista de relumbrón, reúne cuatro primeras figuras: Antje Weithaas, Daniel Sepec, Tabea Zimmermann y Jean-Guihen Queyras. La inteligencia musical que reúne es extraordinaria. Con razón me comentaba un alumno de la Weithaas que, dada la dispersión de ocupaciones de sus integrantes, los resultados musicales sorprenden, maravillan...
La cosa es que Harmonia Mundi acaba de sacar su tercera grabación, con las obras "completas" de Debussy, Ravel y Dutilleux. Pues eso, una singularidad de referencia en el panorama musical actual.
Interesante, interesante, no sabía nada sobre este cuarteto. Ahora mismo acudo a spotify. Hoy intentaré terminar la cuestión del repertorio del exilio de Carlos IV, aunque está saliendo mucha más información de la que me esperaba.
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