Ahora hace un mes que regresé de Londres. Entre otras cosas, he descubierto que los agostos londinenses son muy originales. Para un sevillano residente en Madrid, es sorprenderte ver en ese mes tanta nube, tanta ropa de abrigo y tanto concierto.
En realidad, los grandes auditorios de la capital estaban cerrados por vacaciones. Sin embargo, al contrario de lo que pasa por estos pagos, la actividad musical prosigue a toda máquina gracias a los curiosísimos PROMS. Son una experiencia que todo melómano debería vivir. No sólo por lo extraordinario de la programación (hay de todo pero yo busqué –y encontré- un fantástico recorrido por la creación actual inglesa) o lo hermoso del Royal Albert Hall: para mí, lo mejor ha sido conocer su público: nada convencional, extraordinariamente entregado y sincero. Lo repito, hay que vivirlo.
Los PROMS son un ciclo gigantesco y eminentemente sinfónico. Por fortuna, en el agosto londinense siguen programando conciertos de cámara muchos auditorios menores, particularmente las iglesias del centro. No voy a hacer la crónica de lo escuchado. Excepto una interpretación de una pieza de Robin Holloway, por el Nash Ensemble (esto sí eran los PROMS), tampoco hubo nada extraordinario.
Aproveché para coger las programaciones camerísticas de la temporada 2010-2011. Se pueden consultar por internet pero tenerlas en papel tiene otro encanto. Propongo hacer un breve panorama. Vamos allá.
En realidad, los grandes auditorios de la capital estaban cerrados por vacaciones. Sin embargo, al contrario de lo que pasa por estos pagos, la actividad musical prosigue a toda máquina gracias a los curiosísimos PROMS. Son una experiencia que todo melómano debería vivir. No sólo por lo extraordinario de la programación (hay de todo pero yo busqué –y encontré- un fantástico recorrido por la creación actual inglesa) o lo hermoso del Royal Albert Hall: para mí, lo mejor ha sido conocer su público: nada convencional, extraordinariamente entregado y sincero. Lo repito, hay que vivirlo.
Los PROMS son un ciclo gigantesco y eminentemente sinfónico. Por fortuna, en el agosto londinense siguen programando conciertos de cámara muchos auditorios menores, particularmente las iglesias del centro. No voy a hacer la crónica de lo escuchado. Excepto una interpretación de una pieza de Robin Holloway, por el Nash Ensemble (esto sí eran los PROMS), tampoco hubo nada extraordinario.
Aproveché para coger las programaciones camerísticas de la temporada 2010-2011. Se pueden consultar por internet pero tenerlas en papel tiene otro encanto. Propongo hacer un breve panorama. Vamos allá.
En el Royal Festival Hall –una de las tres salas del SouthBank Center-, tienen un ciclo de cámara de quince conciertos. Por allí anda mucho el Cuarteto Takács (ya escribí con motivo de su ciclo en Madrid la opinión que me merecen) y nombres internacionales de relumbrón: Julia Fischer, el trío de Lang Lang, Daniel Hope… Con la fiebre venezolana que nos asalta, inauguró la temporada el Cuarteto Simón Bolívar. Además de un homenaje a Lachenmann –por los Arditti-, lo que más me interesa es la interpretación que harán los Emerson de una nueva pieza para cuarteto de mi compositor favorito, Thomas Adès.
Sin duda, la joya de la corona camerística inglesa es el Wigmore Hall. Especialmente dedicada a la música de cámara, la sala celebra este curso su temporada 110. La programación impresiona. Contando por encima: de septiembre a diciembre celebrarán más de sesenta conciertos camerísticos. Luego hay lied, música antigua, solistas…
De esta selva musical, podríamos destacar un ciclo de seis conciertos del Cuarteto Hagen (para conmemorar el trigésimo aniversario de su fundación) o el final de la integral de cuartetos de Beethoven que emprendió la pasada temporada el Cuarteto Artemis. Pero la lista de cuartetos (Tokio, Brentano, Endellion, Chillingirian, Ebène, Emerson, Jerusalem, Belcea, Kuss…), tríos y solistas es larguísima.
El único lunar es el relativamente poco peso que tiene en la programación la música actual. En cualquier caso, el Belcea va a estrenar una nueva obra para cuarteto de Mark-Anthony Turnage. La ha encargado la misma sala, junto con el Concertgebouw de Ámsterdam, la Konzerthaus de Viena y la Philharmonie de Colonia. Vamos, lo que se llama la Champions League. ¿Jugaremos alguna vez en ella?
De esta selva musical, podríamos destacar un ciclo de seis conciertos del Cuarteto Hagen (para conmemorar el trigésimo aniversario de su fundación) o el final de la integral de cuartetos de Beethoven que emprendió la pasada temporada el Cuarteto Artemis. Pero la lista de cuartetos (Tokio, Brentano, Endellion, Chillingirian, Ebène, Emerson, Jerusalem, Belcea, Kuss…), tríos y solistas es larguísima.
El único lunar es el relativamente poco peso que tiene en la programación la música actual. En cualquier caso, el Belcea va a estrenar una nueva obra para cuarteto de Mark-Anthony Turnage. La ha encargado la misma sala, junto con el Concertgebouw de Ámsterdam, la Konzerthaus de Viena y la Philharmonie de Colonia. Vamos, lo que se llama la Champions League. ¿Jugaremos alguna vez en ella?
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