El pasado viernes se inauguró la 25ª edición del Festival de Música de Canarias. Pretende ser el festival invernal de música clásica más importante del hemisferio y parece que nació para fomentar el turismo -y el turismo de dinerete, se entiende- en las Islas.
En cada edición se reunen grandes orquestas, grandes directores y grandes solistas. Suponemos que también grandes presupuestos. Pero, junto a tanta grandeza, el festival siempre ha reservado un espacio para la música de cámara. En las cinco últimas ediciones, han pasado por las Canarias los cuartetos Keller, Borodin, Philarmonia, Kuss, Leipzig, Melos... y solistas -en cometidos camerísticos- como Javier Perianes, Ananda Sukarlan, Han-Na Chang o los Capuçon con su troupe. Una curiosa mezcolanza de impulso juvenil y glorias añosas.
En esta edición, la música de cámara ha desaparecido de la programación. A falta de otra explicación mejor, aventuro dos hipótesis complementarias: 1) la tijera del recorte presupuestario ha venido a recaer en la parte considerada más débil y prescindible del Festival (porque todo el resto les ha quedado muy lucidito), 2) se ignoran los valores musicales y humanos del género. En cualquier caso, mala señal.
¡Enhorabuena por el blog! Me parece, además de interesante, necesario. Lo seguiré de cerca.
ResponderEliminarBesitos
Muchas gracias María y hasta pronto.
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