domingo, 29 de noviembre de 2009

Escenas matritenses (16 octubre/ 30 noviembre) [2/2]

La interpretación integral de los cuartetos de cuerda de Beethoven es el acontecimiento camerístico más relevante que pueda darse, una liturgia que se celebra intermitentemente en la ciudad desde 1902. En esta temporada, el ciclo más prestigioso de la capital –el Liceo de Cámara de la Fundación CajaMadrid- incluye la interpretación de las diecisiete obras beethovenianas. De entrada, como hemos dicho, un acontecimiento.
Se tomó la decisión de encargar a un solo cuarteto –el Takács- la lectura de todas las partituras. Apostar todo el capital a una carta no deja de tener sus peligros. Tras los dos primeros conciertos de la serie, ponemos seriamente en duda la elección. Las versiones escuchadas –dentro de la solvencia de un cuarteto profesional- resultaron desenfocadas: un paisaje en el que se reconocen los elementos pero al que le falta nitidez, cubierto por un velo gris e impreciso. No me emocionó en ningún momento; ni me sorprendió. Las opiniones de aficionados a los que respeto eran de mi mismo parecer.
En cualquier caso, habrá que seguir escuchando –me pareció verles mejor el segundo día- y tener presente que, como en los sacramentos, el beneficio está mas allá de la santidad del sacerdote.



El martes 24 de octubre me pasé por el Auditorio de la Escuela Reina Sofía para asistir a uno de los Conciertos Da Camera que organiza el Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid (¡qué nombre más largo!). No pasaba por la Escuela desde el final del curso pasado: han cambiado el sistema de acceso –ahora hay un torno muy de metro- y el público es numerosísimo –sigue siendo gratuito. La velada de grupos con piano, un placer. Excelente nivel. Me quedé con ganas de escuchar más de todos, especialmente del Trío Concordiae que hizo un Haydn lleno de sal.

De todo este periplo desigual de concierto, acabamos con lo que más me gustó: Cuarteto Casals en la Fundación Juan March. En la primera parte, dos cuartetos del opus 33 de Haydn: desde la primera nota, me tuvieron al borde del asiento. ¡Qué intensidad! ¡Qué intención! ¡Qué fantasía! Nunca me había gustado tanto Abel Tomàs como primarius. Deslumbrante.



En la segunda parte: k. 387 de Mozart. Como los grandísimos artistas, después del puro goce, me llevaron a reflexionar. Una versión cuidada, muy original, contrastante con lo que lleva ya años rebotando en mi cabeza: ¿un Mozart del futuro mirando al pasado? Apasionante.
Lo más extraordinario fue el milagro acústico: el Cuarteto Casals hizo “sonar” el salón de actos de la Fundación. En alguna ocasión, hice votos por alguna reforma de la acústica de la sala. Retiro lo dicho. Ahórrense esa partida presupuestaria: traigan siempre grupos así.

4 comentarios:

  1. Hola Fernando,
    Yo también estuve en el del Casals. No voy a caer en el frecuente e infantil error de decir que son malos por el hecho de que no me entusiasmen, pero los encuentro afectados, demasiado manieristas y exagerados. Me da la sensación de cierta impostación no natural también en lo gestual. Al contrario que a usted, me llegan a cansar cuando llevo un rato escuchando...pero son buenos, de eso no hay duda. Aún así, prefiero escucharles con el repertorio que interpretaron el miércoles que con algo romántico.
    Supongo que para gustos estan los colores.
    Un saludo.

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  2. Me encanta leer su opinión porque comprendo perfectamente que las interpretaciones del Casals no pueden ser del gusto de todos.
    El cuarteto ha optado por ir un paso más allá en el camino de renovación interpretativa marcado por el Hagen o el Mosaïques. A algunos le puede parecer que llevan las cosas hasta la exageración; confieso que yo, a veces, tengo mis dudas... pero me interesan lo que cuentan y me lo paso extraordinariamente bien escuchándoles. Y eso no ocurre en todos los conciertos.
    Además ¿no se disculpa en la juventud los excesos? Lo mismo dentro de veinte años, se acercarán al repertorio de otra manera. De momento, no dejaré de disfrutar la belleza juvenil y vibrante que me ofrecen (y animar para que lo hagan otros).
    Un saludo.

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  3. Soy un violinista aficionado y formo parte de un Cuarteto. Mi recorrido ha sido del barroco al clasicismo. El Casals ha sido un descubrimiento apasionante. No pense que en España y Cataluña (vivo en Barcelona) llegaríamos a tener un cuarteto de este nivel, no sólo técnico, si no artístico. Con un planteamiento estilístico y con capacidad de comunicación; cualidad que considero imprescindible en estos momentos.

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  4. Pues a mí me ocurre lo mismo que al Anónimo que escribió primero. Esto es lo bonito de ser diferentes, lo que a unos nos aburre, a otros les parece increiblemente comunicativo. A mi no me parece que digan tantas cosas, o sí...pero siempre igual.
    Y el Hagen tampoco es el Mosaiques (a quienes considero mucho más historicistas)...
    También está el tema del repertorio, el Casals o el Mosaiques me valen para un repertorio, pero no para otro...realmente muy poquitos me gustan en todo, con los solistas, cantantes, funcionarios, fontaneros, etc, pasa igual con todo.

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